:::: DEL DAÑO QUE ME HA HECHO
DEJAR LAS COSAS PARA DESPUÉS ::::
Era una tortura estar deambulando por la noche estando cobijado sólo con la misma y la misma idea. La de que el único medio por el cual se podía sobrevivir era enfrascándose en la pelea.
Era necesario mirar a izquierda y derecha estando en la calle, porque notaba que algunos de esos personajes contiguos de la vida también estaban teniendo una vida igual o más sórdida que la que yo experimentaba entonces; habían alcanzado un tenor diferente en su idea de existencia, y eso hacía un grave distinto al que yo estaba escuchando en mí mismo. Mismas nociones, diferentes sonidos. Aunque en definitiva esas notas articulaban una canción de guerra.
Y hablando de eso, de la sensibilidad imperante para percibir cada uno de los acordes manifestados por aquellas personas, terminé recordando un tema de igual o mayor trascendencia en lo que a mí concernía: el de que tenía que hablarle a esa sensibilidad, o al menos intentarlo, algo que se había postergado indefinidamente.
Regresé a la casa a tirarme en mi ataúd, mi litera, mi refugio, para intentar coordinar alguna idea sobre la charla a sobrevenir y así no estar desprevenido, sumergido en mi predisposición. Me acurruqué girado hacia la pared, pensando cosas sin importancia mirando el muro, rascando una línea en relieve que estaba atascada en la pared, un cabello de la brocha con la que se pintó el muro que ahora había quedado emparedado, ya cicatrizado, raspándolo para desatascarlo, quebrándose en tres partes en el intento, las cuales se colaron en el hueco entre el colchón y el muro para perderse, habiendo al final un surco en dicho muro como el único vestigio de lo que ahí había pasado, el intento de aquella cosa vana por existir, propensa a resquebrajarse en su propio y tranquilo sepulcro, como fue que sucedió. Sometido a la propia consecuencia de su existencia (o existencia pacífica), si se le puede llamar así.
Luego pensé que, eso de vivir sin haber vivido, puede pasarle a cualquiera...
Continuará...
Era necesario mirar a izquierda y derecha estando en la calle, porque notaba que algunos de esos personajes contiguos de la vida también estaban teniendo una vida igual o más sórdida que la que yo experimentaba entonces; habían alcanzado un tenor diferente en su idea de existencia, y eso hacía un grave distinto al que yo estaba escuchando en mí mismo. Mismas nociones, diferentes sonidos. Aunque en definitiva esas notas articulaban una canción de guerra.
Y hablando de eso, de la sensibilidad imperante para percibir cada uno de los acordes manifestados por aquellas personas, terminé recordando un tema de igual o mayor trascendencia en lo que a mí concernía: el de que tenía que hablarle a esa sensibilidad, o al menos intentarlo, algo que se había postergado indefinidamente.
Regresé a la casa a tirarme en mi ataúd, mi litera, mi refugio, para intentar coordinar alguna idea sobre la charla a sobrevenir y así no estar desprevenido, sumergido en mi predisposición. Me acurruqué girado hacia la pared, pensando cosas sin importancia mirando el muro, rascando una línea en relieve que estaba atascada en la pared, un cabello de la brocha con la que se pintó el muro que ahora había quedado emparedado, ya cicatrizado, raspándolo para desatascarlo, quebrándose en tres partes en el intento, las cuales se colaron en el hueco entre el colchón y el muro para perderse, habiendo al final un surco en dicho muro como el único vestigio de lo que ahí había pasado, el intento de aquella cosa vana por existir, propensa a resquebrajarse en su propio y tranquilo sepulcro, como fue que sucedió. Sometido a la propia consecuencia de su existencia (o existencia pacífica), si se le puede llamar así.
Luego pensé que, eso de vivir sin haber vivido, puede pasarle a cualquiera...
Continuará...
"Why can't you stay
here awhile,
stay here awhile,
stay with me"
here awhile,
stay here awhile,
stay with me"