Desperté con el corazón acelerado, la boca seca. No me levanté no porque temiera que la cama de arriba me golpeara: ahora había aprendido (recordado) que ya no dormía en una litera, sino en una cama individual que aún se sentía demasiado grande, fue por el vértigo. Pero bien, no fue eso tampoco (el ya saberlo, y ni siquiera mi acrofobia), fue que quedé hipnotizado por la forma en la que el techo se desfiguró en un suave y amenazante vitral cubierto de oro con zirconias incrustadas brillando, entre humos verdes y azules tornasolados tomayate. Y ante esa magnificencia que contemplaba, el delirio no se comparaba con lo que estaba sintiendo, ese vértigo anti-gravedad que me pone las manos a sudar: la tacha estuvo más fuerte que otras veces... quizás ni tacha era.
Dentro de la poca coherencia de mis ideas, no recordaba lo que había pasado. O sí. Bueno, era parecido a no acordarse, porque ni de eso podía estar seguro, sólo de que tenía la noción de que así había sido, como si un tridente contaminado estuviera encajado en mi mente, censurando toda iniciativa por recordar, así como los puntos neurálgicos en mi voluntad para reaccionar al vértigo, en primer lugar.
No tuve de otra más que encuadernar mis recuerdos y guardarlos con sigilo, porque en el sueño (si sueño era esa cosa) estaban sellados, idéntico a tener la sensación de un recuerdo (o sueño) que se reiniciaba luego de una interrupción, la sentencia a que yo mismo me había condenado cuando estuve despierto: "dormido debo evitar todo contacto físico con la realidad", e inyectándome esa paradoja fue que pude volver a amoldarme al sueño que había tenido, y sólo pude concluir que el sueño era la paradoja. Y la paradoja la puerta...
Sólo digo la verdad, porque de ese modo sincero es como un sujeto llamado Darrell Standing pudo evadirse del sueño de la realidad.
Continuará...
Dentro de la poca coherencia de mis ideas, no recordaba lo que había pasado. O sí. Bueno, era parecido a no acordarse, porque ni de eso podía estar seguro, sólo de que tenía la noción de que así había sido, como si un tridente contaminado estuviera encajado en mi mente, censurando toda iniciativa por recordar, así como los puntos neurálgicos en mi voluntad para reaccionar al vértigo, en primer lugar.
No tuve de otra más que encuadernar mis recuerdos y guardarlos con sigilo, porque en el sueño (si sueño era esa cosa) estaban sellados, idéntico a tener la sensación de un recuerdo (o sueño) que se reiniciaba luego de una interrupción, la sentencia a que yo mismo me había condenado cuando estuve despierto: "dormido debo evitar todo contacto físico con la realidad", e inyectándome esa paradoja fue que pude volver a amoldarme al sueño que había tenido, y sólo pude concluir que el sueño era la paradoja. Y la paradoja la puerta...
Sólo digo la verdad, porque de ese modo sincero es como un sujeto llamado Darrell Standing pudo evadirse del sueño de la realidad.
Continuará...