Todo comenzó buscando un boleto de Avión. Expedia. Cheap Tickets. Orbitz. Click y clack: boleto comprado.
Enseguida llegaron las ofertas, y luego hubo otras ofertas que (también) borré de mi lista de correo seguro. Más tarde las reporté como Spam, pero siguieron apareciendo no obstante. Poco después llegaron recomendaciones: 10 sitios imperdibles para conocer, y di click por curiosidad, solo por curiosidad, luego había un artículo con 10 playas hermosas. De ahí se dio un salto a algo que guardaba cierta afinidad con los viajes (y con el TOP 10): 10 mujeres hermosas. 10 tipos de vestimentas. 10 celebridades en traje de baño. Mujeres en traje. Y de tanta liga y liga direccionando a X y Y lugar, una me llevó a otra lista de mujeres que habían posado desnudas. Y luego lo esperado: una ventana emergente de pornografía.
Así es como se llega al meollo del asunto, al descubrimiento del peine.
Eso me dejó pensando no solo en lo vulnerable que (cada vez más) son nuestras computadoras, sino en la forma pulida en que se nos analiza como consumidores: no es secreto que alguien puede espiarnos por nuestras propias cámaras sin que nos demos cuenta. No es secreto que nuestros discos duros internos y externos pueden o ya han sido auditados. No es secreto que para sitios como Facebook somos mercado, antes que usuarios (lo que conlleva un total conocimiento de nuestros hábitos, comportamientos, pasado, etcétera)...
Antes se podía responder a lo que fuera en las encuestas de internet para acceder al contenido deseado, o hasta se podían omitir al darle "tache" en la parte superior derecha a ciertas ventanas, pero ahora hay algunas donde es un requisito darles click al menos para cerrarlas, para con eso generar algún tipo de retroalimentación (ojo) no aleatoria, y finalmente la publicidad no se hará esperar, que será como la carnada perfecta para el tipo de pez que se supone somos (no todo ello deducido de un solo click que se dió, sino al tipo de autorización y parámetros de seguridad que poseemos, información que seguro algún programa espía ya evaluó y sintetizó para que otro programa lo interpretara y procediera a enviarnos la citada publicidad).
Y ya encarrerado, me aterra un poco pensar en lo que, ya desde hace al menos 10 años atrás, se podía hacer (y lo que se podrá hacer) con la generación de códigos (para estudio de comportamientos) y firmas originales y únicas a través de un mouse: un programa te daba 30 segundos para que movieras el puntero por la pantalla como quisieras, era preciso moverlo para que la barra generadora de firma digital se fuera llenando, y al final quedaba dicha firma generada: imposible duplicar un código con esta frecuencia, con este candado de codificación tan alto con el que hasta el agente más realista de Misión Imposible hubiera soñado, más seguro que un código que se auto destruye a los 10 segundos de haberse abierto.
Y sin embargo, aunque cada persona puede generar su propia firma electrónica (o candado), y NUNCA podría esa misma persona hacer otra igual (y ello daría ¨seguridad¨), lo que sí es cierto es que dentro de los movimientos del puntero que hace para generar la susodicha firma, al final lo importante para la tecnología de información no es lo que esa persona encriptó o cómo lo encriptó, sino el comportamiento de los trazos que hizo una y otra y otra vez: crear el algoritmo de ese comportamiento abriría las ventanas de la mente a las que la mercadotecnia quisiera tener acceso para empatar nuestra vida con su equivalente en poder adquisitivo. Y quedarse con él.
Creo que ha sido una noche de mucha ciencia ficción y locura, así que mejor me iré a dormir, esperando que mi computadora no tenga una tecnología "Wake On Land", que hoy quiero dormir tranquilo y seguir soñando contando borregos.
La canción, casi lo olvido. Y ojalá que siempre tengamos algo impredecible e "inestudiable", recóndito y privado como individuos.
Enseguida llegaron las ofertas, y luego hubo otras ofertas que (también) borré de mi lista de correo seguro. Más tarde las reporté como Spam, pero siguieron apareciendo no obstante. Poco después llegaron recomendaciones: 10 sitios imperdibles para conocer, y di click por curiosidad, solo por curiosidad, luego había un artículo con 10 playas hermosas. De ahí se dio un salto a algo que guardaba cierta afinidad con los viajes (y con el TOP 10): 10 mujeres hermosas. 10 tipos de vestimentas. 10 celebridades en traje de baño. Mujeres en traje. Y de tanta liga y liga direccionando a X y Y lugar, una me llevó a otra lista de mujeres que habían posado desnudas. Y luego lo esperado: una ventana emergente de pornografía.
Así es como se llega al meollo del asunto, al descubrimiento del peine.
Eso me dejó pensando no solo en lo vulnerable que (cada vez más) son nuestras computadoras, sino en la forma pulida en que se nos analiza como consumidores: no es secreto que alguien puede espiarnos por nuestras propias cámaras sin que nos demos cuenta. No es secreto que nuestros discos duros internos y externos pueden o ya han sido auditados. No es secreto que para sitios como Facebook somos mercado, antes que usuarios (lo que conlleva un total conocimiento de nuestros hábitos, comportamientos, pasado, etcétera)...
Antes se podía responder a lo que fuera en las encuestas de internet para acceder al contenido deseado, o hasta se podían omitir al darle "tache" en la parte superior derecha a ciertas ventanas, pero ahora hay algunas donde es un requisito darles click al menos para cerrarlas, para con eso generar algún tipo de retroalimentación (ojo) no aleatoria, y finalmente la publicidad no se hará esperar, que será como la carnada perfecta para el tipo de pez que se supone somos (no todo ello deducido de un solo click que se dió, sino al tipo de autorización y parámetros de seguridad que poseemos, información que seguro algún programa espía ya evaluó y sintetizó para que otro programa lo interpretara y procediera a enviarnos la citada publicidad).
Y ya encarrerado, me aterra un poco pensar en lo que, ya desde hace al menos 10 años atrás, se podía hacer (y lo que se podrá hacer) con la generación de códigos (para estudio de comportamientos) y firmas originales y únicas a través de un mouse: un programa te daba 30 segundos para que movieras el puntero por la pantalla como quisieras, era preciso moverlo para que la barra generadora de firma digital se fuera llenando, y al final quedaba dicha firma generada: imposible duplicar un código con esta frecuencia, con este candado de codificación tan alto con el que hasta el agente más realista de Misión Imposible hubiera soñado, más seguro que un código que se auto destruye a los 10 segundos de haberse abierto.
Y sin embargo, aunque cada persona puede generar su propia firma electrónica (o candado), y NUNCA podría esa misma persona hacer otra igual (y ello daría ¨seguridad¨), lo que sí es cierto es que dentro de los movimientos del puntero que hace para generar la susodicha firma, al final lo importante para la tecnología de información no es lo que esa persona encriptó o cómo lo encriptó, sino el comportamiento de los trazos que hizo una y otra y otra vez: crear el algoritmo de ese comportamiento abriría las ventanas de la mente a las que la mercadotecnia quisiera tener acceso para empatar nuestra vida con su equivalente en poder adquisitivo. Y quedarse con él.
Creo que ha sido una noche de mucha ciencia ficción y locura, así que mejor me iré a dormir, esperando que mi computadora no tenga una tecnología "Wake On Land", que hoy quiero dormir tranquilo y seguir soñando contando borregos.
La canción, casi lo olvido. Y ojalá que siempre tengamos algo impredecible e "inestudiable", recóndito y privado como individuos.
¨Soy fan de tí, de cada gramo de tu maquillaje...¨