"En ocasiones, mientras escribo acerca de experiencias y sensaciones corporales no siempre descifrables y ordenables por la mente racional, me comunico desde un cuerpo profundamente introspectivo,
íntimo y subjetivo..."
En la realidad de cada sujeto debe haber algo transfigurado, dimensional, de ángulos y pliegues en su interior, buscando salir a flote, más allá del apremio y afán por experimentar (y patentar) su propia existencia mediante esa sola evidencia (el espejo por poner un ejemplo burdo y simple, que decanta una imagen ad-hoc de quien mira). Es normal, luego entonces, que se tenga una idea relevante y que se le busque clarificar (otra vez por ejemplo) mediante la escritura, esta entrada en este blog digamos (recurrir a las bellas artes es otra opción, pero no todos son o somos partidarios de algo así de atemorizante).
Pero sucede algo peor: que en la noción de la idea y la intención por plasmarla, se pierde la estética, y con algo de esfuerzo por recrearla quedan sólo palabras bien edificadas, bellas palabras que podrían enamorar a otro respecto, pero que nada tienen que ver con aquel origen, que por cierto ya no se sabe si existe o existió alguna vez.
No todo es desdeñable, por supuesto, porque la idea primitiva derivó en una acción: escribir, hacer algo por intentar dar con aquello indescifrable de inicio, lo que causaba una inquietud o proveía un estímulo para escribir aunque, en concreto, lo que termina diciéndose no tenga nada que ver con lo primero.
Los seres individuales (no solitarios, sino aquellos que se sienten atados a una individualidad auto-definida por el concepto, sin afán de polemizar el término y sus sentimientos inherentes) quizás sean sensibles, pero también, en su sensible erudición, dejan de lado la fuente, el estímulo, y la belleza (como dije) de la idea que los llevó ahí. Quizás sea timidez, sencillez, y cero adornos lo que poseía aquella idea, pero nunca se sabe, porque como dije sólo queda una explicación con mil torceduras para, al menos, decir que se tenía una idea de inicio.
Los senderos son así, y uno se acostumbra a todo, hasta a encontrarse paradojas estacionadas a un lado del camino donde uno, justamente, hace una pausa para tomarse un descanso sin haberlo advertido.
íntimo y subjetivo..."
En la realidad de cada sujeto debe haber algo transfigurado, dimensional, de ángulos y pliegues en su interior, buscando salir a flote, más allá del apremio y afán por experimentar (y patentar) su propia existencia mediante esa sola evidencia (el espejo por poner un ejemplo burdo y simple, que decanta una imagen ad-hoc de quien mira). Es normal, luego entonces, que se tenga una idea relevante y que se le busque clarificar (otra vez por ejemplo) mediante la escritura, esta entrada en este blog digamos (recurrir a las bellas artes es otra opción, pero no todos son o somos partidarios de algo así de atemorizante).
Pero sucede algo peor: que en la noción de la idea y la intención por plasmarla, se pierde la estética, y con algo de esfuerzo por recrearla quedan sólo palabras bien edificadas, bellas palabras que podrían enamorar a otro respecto, pero que nada tienen que ver con aquel origen, que por cierto ya no se sabe si existe o existió alguna vez.
No todo es desdeñable, por supuesto, porque la idea primitiva derivó en una acción: escribir, hacer algo por intentar dar con aquello indescifrable de inicio, lo que causaba una inquietud o proveía un estímulo para escribir aunque, en concreto, lo que termina diciéndose no tenga nada que ver con lo primero.
Los seres individuales (no solitarios, sino aquellos que se sienten atados a una individualidad auto-definida por el concepto, sin afán de polemizar el término y sus sentimientos inherentes) quizás sean sensibles, pero también, en su sensible erudición, dejan de lado la fuente, el estímulo, y la belleza (como dije) de la idea que los llevó ahí. Quizás sea timidez, sencillez, y cero adornos lo que poseía aquella idea, pero nunca se sabe, porque como dije sólo queda una explicación con mil torceduras para, al menos, decir que se tenía una idea de inicio.
Los senderos son así, y uno se acostumbra a todo, hasta a encontrarse paradojas estacionadas a un lado del camino donde uno, justamente, hace una pausa para tomarse un descanso sin haberlo advertido.
"Más allá no miente la verdad..."