Toronto y Niágara
Toronto. 1:15 AM. Camino por Dundas street. Dicen que las hamburguesas de "Five Guys, Burgers and Fries" (izquierda-abajo) son el último grito de la moda, pero a estas horas de la mañana mi estómago era como un Gremlin que si comía después de las 11 de la noche se volvería un monstruo, y quería iniciar bien este viaje, sin contratiempos (dícese indigestiones), además de que el autobus para Niagara salía a las 8 AM de ese mismo día: ni tiempo para reposar la comida. ¿La fecha?... ya no la recuerdo, aunque por algún lado debo tenerla anotada.
Es Invierno. No el primero que paso en un país con frío extremo, pero sí la primera vez que presto detalle a un copo de nieve.
8 AM. El autobus sale de Toronto rumbo a Niagara, la temperatura exterior es de aproximadamente -7 grados, pero la calefacción en el autobús está alrededor de 25 grados: ni hablar, hay que hacer el ritual de "desvestirse" mientras dure el viaje. Es la primera vez que veo en Niágara esta placa explicando lo que hay que explicar del lugar.
3 PM. Luego de un laaargo paseo por la Ciudad de Niagara (donde perdí mi guante pero que por suerte volví a encontrar al desandar medio pueblo), por fin llego a las cataratas. Estas pertenecen a EEUU, menos caudalosas que las Canadienses, quizás por ello una parte importante se congela (o al menos se escarcha). De hecho cuando uno las mira parecen rocas cubiertas de azúcar glass.
Aún la primera vez, las cataratas del Niágara no me sorprendieron como lo esperaba, quizás era eso, que llevaba el sentido expectante muy alto por el estereotipo que de ellas se tiene, sin embargo, esta es la primera vez que las visito en Invierno, cosa que quería hacer desde hace mucho; y aunque no estaban congeladas como algunos lo supondrían (de hecho, solo por allá de 196X fue que parcialmente se congelaron, y fue todo un suceso) sí que la brisa de la potente herradura genera un fenómeno muy interesante: el vapor de agua moja los alrededores, y la temperatura de inmediato congela ese vapor, dando lugar a la serie de fotos que se verá a continuación (la máxima impresión me la llevé con la cadena hecha de cubos de hielo, y con el arbusto en color verde).
Hasta unos ramales ahí tirados se vuelven cosa elegante.
Un arbusto ha quedado congelado antes de "des-reverdecer", así, en estado criogénico, presto para despertarse tan pronto el sol entibie el ambiente, pero mientras tanto presentable para los visitantes.
Esta es la cadena de cubos de hielo de la que hablaba.
Un poco a la izquierda, la espuma da fé de la fuerza de la caída en estas cataratas Canadienses, mejor conocidas como "La Herradura". Es casi primavera, y no hay mucho hielo, pero el vapor de la catarata hace un efecto impresionante que se verá en las fotos que siguen.
Hasta parece obra de arte el modo en cómo el hielo moldea todas las estructuras, artificiales o naturales. La naturaleza siempre caprichosa.
La gran caída.
Los ramales al borde de las cataratas están encapuchados de hielo.
5:40 PM. La CN Tower dice "welcome" a mi regreso a Toronto. Así ha terminado un día agotador (aunque faltaría la tarde-noche por las Avenidas de Toronto, lo cual relataré en la segunda parte de este viaje), quizás sin muchas experiencias enriquecedoras, o quien sabe: a veces solo mirando en el pasado (cuando la mente ya está un poco en el futuro) es cuando uno suele descubrir lo trascendente que pudo haber (de ahí que haya decidido recapitular lo habido), porque al final, los viajes dicen son la mejor manera de aprender y discernir. Y de recordar.
Pondré a cada viaje un video, quizás no tenga mucho que ver con lo vivido, pero sí con lo que sentía en ese momento.
Pondré a cada viaje un video, quizás no tenga mucho que ver con lo vivido, pero sí con lo que sentía en ese momento.