Mont-Trémblant
Por mucho que se quiera, los lugares fríos no son todo lo agradables (idílicamente hablando) que aún las mentes más amantes de los climas fríos quieran que lo sean. Pero eso no puede negar, por nada, el hecho de que algunos como yo le encontremos un atractivo sin igual (ni dictar por ello que haya una regla secundaria/primaria para que los nostálgicos encuentren en ella un reflejo a su melancolía: no creo que tenga que ver con sentimentalismo, sino con simple afinidad y gusto), por supuesto, el invierno es también para mí la estación más peligrosa de las que hay, no obstante, como dije antes, bien valía ver un lugar así en un tiempo así: Mont-Trémblant.
Dos días antes. Esta foto la tomé al ir por una calle rumbo al trabajo. Como puede verse, no es que faltara nieve en un lugar como este como para ir a otro que, de igual modo, tenía nieve, era más bien el deseo de conocer Mont-Trémblant "hasta la cima" lo que me motivaba a prepararme para hacer el viaje a este "resort" invernal. De hecho, no tenía muy planeado el ir, solo que el sabado por la mañana me desperté a eso de las 5 de la mañana, y me fui a la terminal de autobuses para ver si había algo que valiese la pena. Mont-Trémblant estaba en mi cabeza, y como sí había, afortunadamente, una solo corrida al día a eso de las 7 de la mañana (para llegar a las 11 de la mañana), las cosas parecían muy adecuadas.
Uno pensaría que porque el autobus hace poco más de 3 horas (en esta ocasión demoró más de 4), la distancia debe ser larga: nada de eso. El autobus va haciendo paradas en cada pueblo que se encuentra, los más famosos son St-Jérome y St-Sauveur, en este último se puede practicar el sky de fondo, y el sky alpino. En esta foto podemos ver algunos descensos de St-Sauveur allá a lo lejos de la montaña.
Mont-Trémblant es el punto de encunetro de una famosa región de Québec conocida como "Les Laurentides". Es curioso como estos pueblos parecen tan muertos en el invierno, tan vivos en el verano, y tan coloridos en el otoño; excepto claro, en este caso, por el más famoso resort de esta region, que cuenta con 93 encrespados descensos, tanto para novatos como para expertos, descensos seguros, y descensos mortales. Esta foto esta tomada en la salida Oeste del pueblo. No se nota bien, pero es una carretera-puente, y por la parte de abajo practican las personas recién allegadas al deporte, antes de adentrarse en la montaña principal que, en este día, albergaba alrededor de 2500 esquiadores (según el cálculo que hice y que está más adelante). Aquí encontré a un instructor a quien le pregunté como podía subir hasta la cima (pues, ignorante de todo, había decidido subir caminando si es que estaba permitido), me dijo que la única forma era por el teleférico, pues los pinos y los deslaves no dejaban ir muy lejos. Tuve que regresar al pueblo luego de haber caminado unos 3 kilómetros rodeando el pueblo.
El ascenso por el teleférico tiene una excelente vista, no solo por el paisaje, sino también porque uno puede ver las manadas de esquiadores descendiendo por la montaña. Tardé 8-9 minutos en subir, y ya desde aquí me hice una idea de la magnitud de la montaña, y pedí disculpas por subestimarla aquella primera vez (un año antes) que vine pero no subí.
El teleférico para esquiadores no deja de transportar grupos de 3 a 5 esquiadores cada 10 segundos. Vienen las matemáticas. Veamos: El descenso tarda alrededor de 25 minutos + 9 minutos para subir por el teleférico, son 34 minutos para volver a contabilizar a un mismo esquiador. Supongamos una media de que 4 esquiadores suben al segundo 0 (y hay 2 rieles de teleféricos para esquiadores con esquís, y 1 para los que no traen esquíes puestos), ¿cuántos esquiadores habrán terminado de subir al minuto 34 si cada 10 segundos suben grupos de 4?...
En un minuto suben 24 por riel (4 esquiadores por x 6 tandas de 10 segundos en cada minuto), y como hay 3 rieles tenemos un total de 72 esquiadores por minuto, luego multiplicamos eso por 34 minutos, teniendo un total de 2448 esquiadores. Ese es el número de esquiadores que calculé. No es muy difícil saber que es verdad, pues desde las panorámicas de la montaña uno puede darse cuenta de la gran cantidad de gente que hay.
Desde luego, esta cifra, como casi siempre me gusta hacerlo, es conservadora, pues había mucha gente en los chalets que tomaba un descanso o un café, gente en el pueblo también descansando, y así muchísimos otros más, no dudaría que la cifra se duplique (sobre todo porque he puesto como referencia que a un esquiador le toma 25 minutos bajar, pero a muchos les tomaba más que eso, y los teleféricos sin embargo no dejaban de acarrear gente, pero en fin, ya me tarde mucho explicando algo que al final no tiene tanto sentido).
En un minuto suben 24 por riel (4 esquiadores por x 6 tandas de 10 segundos en cada minuto), y como hay 3 rieles tenemos un total de 72 esquiadores por minuto, luego multiplicamos eso por 34 minutos, teniendo un total de 2448 esquiadores. Ese es el número de esquiadores que calculé. No es muy difícil saber que es verdad, pues desde las panorámicas de la montaña uno puede darse cuenta de la gran cantidad de gente que hay.
Desde luego, esta cifra, como casi siempre me gusta hacerlo, es conservadora, pues había mucha gente en los chalets que tomaba un descanso o un café, gente en el pueblo también descansando, y así muchísimos otros más, no dudaría que la cifra se duplique (sobre todo porque he puesto como referencia que a un esquiador le toma 25 minutos bajar, pero a muchos les tomaba más que eso, y los teleféricos sin embargo no dejaban de acarrear gente, pero en fin, ya me tarde mucho explicando algo que al final no tiene tanto sentido).
Subir hasta la cima nos lleva a esto. Uno puede contemplar el valle con gran satisfacción. Sin embargo, si hay algo que se parezca a la soledad, yo diría que esta perspectiva lo plasma muy bien: el clima, la presión del aire, la falta de comunicación, en fin, una decena de cosas se conjugan para sacar a flote sentimientos encontrados. Yo solo quería ver la gruesa nieve acumulada.
Una foto muestra de uno de los teleféricos, los esquiadores que suben, los que se preparan para el descenso, y otros por ahí ya empezando a bajar.
Esta foto está tomada desde el mirador principal. Esa antena que se vé es el punto de encuentro de la montaña, a donde llegan los teleféricos. Algo leí en la caseta de que Mont-Trémblant se llama así porque se siente el "movimiento" por la altura, y ciertamente desde el mirador el aire hace crujir todo, desde los pinos, el hielo, y las estructuras, y el aire silba de un modo extraño, amenazante, pero nada más.
La parte turística del pueblo son esos techos rojos y verdes. Lo blanco es una playa en verano.
Es casi el final del Invierno. El hielo comienza a desaparecer, y los ríos comienzan a fluir de nuevo. Este pequeño canal está en la parte Sur del pueblo, parece que a la gente no le interesan muchas cosas, y tendrán razón porque vienen a esquiar, y luego a disfrutar de los muchos restaurantes, tiendas, y bares que hay en el pueblo. Yo seguí merodeando hasta que llegara la hora de tomar el autobús de regreso, del que por cierto poco a poco muchos se fueron quedando en poblaciones pasadas, solo 3 personas llegamos hasta ahí: un chavo Cacaniense que iba a esquiar, una estudiante Japonesa (o eso deduje por los libros y cuadernos que llevaba), y yo. Es extraño, pero no mucha gente se arriesga a viaes así, no sé si eso me da gusto, o me deja pensando. Para variar.
Me despido con la foto del recuerdo, el lugar que seguro la gran parte de la gente que visita Mt-Trémblant lleva en su mente, y me despido también con la canción obligada al respecto, que obedece más a la empatía del momento que a su significado como tal.