::::: TRES COSAS A LA VEZ :::::
—Cuéntame. Quiero saber. ¿Cuántos días han pasado de eso?...
—Qué importa si fue ayer. Qué importa si fue hace un año. Si en algo se parecen las películas a la realidad es en el hecho de que cualquier indicio de felicidad (placer), posterior a una pérdida, sabe a traición, a lujuria...
—No hay por qué torturarse, es medianamente claro que él hubiera querido lo mejor para ti.
—Sí he pensado en eso. Es más bien que no puedo soportar cómo las cosas se van. O se quedan.
—Cómo se tiene que tomar partido por algo... creo que entiendo.
—¿No podría sólo no morirse nadie y ser eso ya suficiente romanticismo o un simple hecho de vida?...
—Soy de tu parecer. Por eso me gusta pensar en el día que te conocí. En cómo iba explicar las cosas tan simples y tan complicadas en un instante y sin que pensaras que estaba loco.
—Un instante que te pierde o te gana, como una palabra... —Me miró con comicidad a los ojos y con una sonrisa.
—Jajaja. Elegante la forma en que evades el tema, que te lo disculpo.
—Yo no podría estar sin abrazarte.
—Sólo pídelo, y no porque yo no lo quiera, sino porque así es en tu realidad y tiempo (y también yo lo deseo). "Después de todo hay esperanza", el tormento a la medida de cada quién, según cada cual.
—¿De dónde sacas eso?
—Lo leí en un libro de iniciación a algo mejor (sí, los detesto, pero los leo por morbo). Ya sabes, empiezan ejemplificando, luego siguen explicando, y al final se supone que tú aprendes de esas sus reglas que los llevaron a ser super-estrellas (es decir: ellos mismos en su cúspide).
—¿Y tú qué crees... que la lujuria domina la totalidad de las relaciones, tristes o alegres, pobres o ricas? (hablando otra vez del tema que dejamos encaminado de inicio, que los libros de superación personal no son mi estilo y ni siquiera me gustan).
—Si lo quieres gráfico diría que la lujuria en una relación es una tortuga aleteando lentamente en un mar cristalino. Si lo quieres explicado de un modo más personal, diría que se trata sólo del amor usando el revolucionario vehículo del sexo para sus propósitos, aunque nos resistamos (como sociedad) a que funcione a la inversa.
—El crujir de las hojas al ir caminando en un bosque.
—Me gusta que entiendas mis ideas idas de lógica y las interpretes ad hoc a un bosque.
—...Si un día ya no vengo, ¿qué harás?...
—...Hay misterios que se resuelven con el silencio, caminando entre arcos de luz que se prenden y apagan. Y no sé qué haría (respondiendo a tu pregunta), trato de evadirme de lo que pudo o podría ser, y mejor pensar en lo que es. ¿Y tú?...
—Con cierta ventaja, podría decirte que seguiría viendo la vida desde tres caminos a elegir llenos de tormento: religión, moral, y filosofía. Claro, no es dable elegir los tres, de hecho sólo puedes elegir uno.
—¿Tú que elegirías? (te olvidas de la locura, y de la lujuria, por citar sólo otras dos opciones)...
—Dije que hay esas tres opciones, no que debas gastar en una (el resto son intrascendentes, por ser caminos demasiado flechados que según el dogma se acortan demasiado pronto).
—Yo elijo nada entonces. Soy un descreído. Un nihilista si te place llamarlo así.
—Crees en el amor (o en las virtudes así, como la lujuria y el sexo). O sientes bonito. Eso es ya creer en algo. Los puntos de vista religiosos, morales, o filosóficos, arriban a un mismo lugar de encuentro, hablando de amor, luego entonces...
—No necesariamente. La mayor de las veces hablo de lo que no soy o no hago, pero eso no me define por regla de exclusión mutua. El problema es que no estamos listos para hacer preguntas concretas y, si lo analizamos, hasta las matemáticas podrían explicar sentimientos o, dicho de otro modo, estamos habituados a prejuzgar antes que a hacer un perfil. Bastante poco inteligente, dicho sea de paso (y de hecho no sé de qué le sirve a la gente tener esta mala costumbre, a lo mejor son los libros, a lo mejor las películas, a lo mejor... haber elegido uno de tres caminos).
—Yo actúo más por intuición. Soy tonta entonces.
—La intuición tiene muchísimo más de análisis, intención e interés que el prejuicio. O que tus tres cosas a la vez y en solo.
—Si entendí bien, entonces al final yo sólo sería una "observadora" como tú, ¿verdad?.
—Sí.
—¿Será eso importante?...
—Imagino que sí, o de qué otro modo se explicaría (no me interesa averiguarlo, aunque quizás sí saberlo).
—No todo debe tener una explicación, ¿sabes?. Los libros, por ejemplo, son completos círculos, suponen lo moral (o lo religioso), y eso los lleva de un punto "malo" o uno "bueno". Sería riesgoso explicar de otro modo la moral humana, es decir, el máximo beneficio para el mayor número posible, aunque al final eso signifique que podría haber una fuerza involuntaria que te obliga a tomar una decisión, la cual sería amoral. La filosofía, por otro lado, te lleva a no ejercer acción, es ejercicio intelectual simplemente, vamos a llamarlo así.
—¿Qué piensas entonces de lo que está ahí listo para que suceda pero no sucede?... ¿no debería estar magnetizado de religión, o moral?... porque según lo que dices la filosofía sería entonces una tortura, dejándote saber lo que hay y cómo podría alterarse, pero sin ética para hacerlo.
—Sólo creo que otra vez estamos hablando de árboles cayendo en un bosque solitario. Y ciertamente se puede pensar, sin creer, sin suscitar juicios ni hacer prejuicios, y sin tan siquiera sentir (hablando de principios ideológicos en pos de una deidad)... ya no sé si eso es malo o bueno...
—Es filosofía, otra vez. Nada nace de ahí. Soy nihilista (como creo que tú lo eres, por no elegir uno de tus tres caminos), pero no quiere decir que no tenga todas mis ganas y mis intenciones puestas en estar contigo (la delgada línea entre amor y lujuria).
—¿Entonces sí crees en algo?...
—Te dije que pasados algunos días (los cuales me diste) podría decirte que te quiero... helo ahí. Lo demás es simple plática para pasar el tiempo contigo, para justificar lo que no tenemos necesidad de justificar. Además, no hay que creer en algo para estar definido. Si se trata de definirse, lo que a mí me define es lo que creo en mí, según la clase de filosofía aplicada y flexible que (supongo) debe estarle permitida al nihilismo para hacer juicios y verter opiniones así.
—¿Qué es para ti querer?... ¿es pensar o sentir?... (no me digas que los dos)
—Lo pones fácil: sería "nada". Tiempo e inacción para que el contenedor se vaya expandiendo, y ya tú decides lo que quieras poner en él, "bueno o malo", yo no estoy para suscitar juicios... pero como te dije, desde el instante que me atrajiste, ya estaba todo eso bosquejado. Le toca a tu moral, a tu religión, o a tu filosofía decir si eso está bien, o está mal, o esta paralizado, mientras yo me ocupo en abrazarte como tanto lo deseo, mientras admiro tu gentileza y el silencio cabido en tus palabras. Y nada más y nada menos.
Concluirá...
—Qué importa si fue ayer. Qué importa si fue hace un año. Si en algo se parecen las películas a la realidad es en el hecho de que cualquier indicio de felicidad (placer), posterior a una pérdida, sabe a traición, a lujuria...
—No hay por qué torturarse, es medianamente claro que él hubiera querido lo mejor para ti.
—Sí he pensado en eso. Es más bien que no puedo soportar cómo las cosas se van. O se quedan.
—Cómo se tiene que tomar partido por algo... creo que entiendo.
—¿No podría sólo no morirse nadie y ser eso ya suficiente romanticismo o un simple hecho de vida?...
—Soy de tu parecer. Por eso me gusta pensar en el día que te conocí. En cómo iba explicar las cosas tan simples y tan complicadas en un instante y sin que pensaras que estaba loco.
—Un instante que te pierde o te gana, como una palabra... —Me miró con comicidad a los ojos y con una sonrisa.
—Jajaja. Elegante la forma en que evades el tema, que te lo disculpo.
—Yo no podría estar sin abrazarte.
—Sólo pídelo, y no porque yo no lo quiera, sino porque así es en tu realidad y tiempo (y también yo lo deseo). "Después de todo hay esperanza", el tormento a la medida de cada quién, según cada cual.
—¿De dónde sacas eso?
—Lo leí en un libro de iniciación a algo mejor (sí, los detesto, pero los leo por morbo). Ya sabes, empiezan ejemplificando, luego siguen explicando, y al final se supone que tú aprendes de esas sus reglas que los llevaron a ser super-estrellas (es decir: ellos mismos en su cúspide).
—¿Y tú qué crees... que la lujuria domina la totalidad de las relaciones, tristes o alegres, pobres o ricas? (hablando otra vez del tema que dejamos encaminado de inicio, que los libros de superación personal no son mi estilo y ni siquiera me gustan).
—Si lo quieres gráfico diría que la lujuria en una relación es una tortuga aleteando lentamente en un mar cristalino. Si lo quieres explicado de un modo más personal, diría que se trata sólo del amor usando el revolucionario vehículo del sexo para sus propósitos, aunque nos resistamos (como sociedad) a que funcione a la inversa.
—El crujir de las hojas al ir caminando en un bosque.
—Me gusta que entiendas mis ideas idas de lógica y las interpretes ad hoc a un bosque.
—...Si un día ya no vengo, ¿qué harás?...
—...Hay misterios que se resuelven con el silencio, caminando entre arcos de luz que se prenden y apagan. Y no sé qué haría (respondiendo a tu pregunta), trato de evadirme de lo que pudo o podría ser, y mejor pensar en lo que es. ¿Y tú?...
—Con cierta ventaja, podría decirte que seguiría viendo la vida desde tres caminos a elegir llenos de tormento: religión, moral, y filosofía. Claro, no es dable elegir los tres, de hecho sólo puedes elegir uno.
—¿Tú que elegirías? (te olvidas de la locura, y de la lujuria, por citar sólo otras dos opciones)...
—Dije que hay esas tres opciones, no que debas gastar en una (el resto son intrascendentes, por ser caminos demasiado flechados que según el dogma se acortan demasiado pronto).
—Yo elijo nada entonces. Soy un descreído. Un nihilista si te place llamarlo así.
—Crees en el amor (o en las virtudes así, como la lujuria y el sexo). O sientes bonito. Eso es ya creer en algo. Los puntos de vista religiosos, morales, o filosóficos, arriban a un mismo lugar de encuentro, hablando de amor, luego entonces...
—No necesariamente. La mayor de las veces hablo de lo que no soy o no hago, pero eso no me define por regla de exclusión mutua. El problema es que no estamos listos para hacer preguntas concretas y, si lo analizamos, hasta las matemáticas podrían explicar sentimientos o, dicho de otro modo, estamos habituados a prejuzgar antes que a hacer un perfil. Bastante poco inteligente, dicho sea de paso (y de hecho no sé de qué le sirve a la gente tener esta mala costumbre, a lo mejor son los libros, a lo mejor las películas, a lo mejor... haber elegido uno de tres caminos).
—Yo actúo más por intuición. Soy tonta entonces.
—La intuición tiene muchísimo más de análisis, intención e interés que el prejuicio. O que tus tres cosas a la vez y en solo.
—Si entendí bien, entonces al final yo sólo sería una "observadora" como tú, ¿verdad?.
—Sí.
—¿Será eso importante?...
—Imagino que sí, o de qué otro modo se explicaría (no me interesa averiguarlo, aunque quizás sí saberlo).
—No todo debe tener una explicación, ¿sabes?. Los libros, por ejemplo, son completos círculos, suponen lo moral (o lo religioso), y eso los lleva de un punto "malo" o uno "bueno". Sería riesgoso explicar de otro modo la moral humana, es decir, el máximo beneficio para el mayor número posible, aunque al final eso signifique que podría haber una fuerza involuntaria que te obliga a tomar una decisión, la cual sería amoral. La filosofía, por otro lado, te lleva a no ejercer acción, es ejercicio intelectual simplemente, vamos a llamarlo así.
—¿Qué piensas entonces de lo que está ahí listo para que suceda pero no sucede?... ¿no debería estar magnetizado de religión, o moral?... porque según lo que dices la filosofía sería entonces una tortura, dejándote saber lo que hay y cómo podría alterarse, pero sin ética para hacerlo.
—Sólo creo que otra vez estamos hablando de árboles cayendo en un bosque solitario. Y ciertamente se puede pensar, sin creer, sin suscitar juicios ni hacer prejuicios, y sin tan siquiera sentir (hablando de principios ideológicos en pos de una deidad)... ya no sé si eso es malo o bueno...
—Es filosofía, otra vez. Nada nace de ahí. Soy nihilista (como creo que tú lo eres, por no elegir uno de tus tres caminos), pero no quiere decir que no tenga todas mis ganas y mis intenciones puestas en estar contigo (la delgada línea entre amor y lujuria).
—¿Entonces sí crees en algo?...
—Te dije que pasados algunos días (los cuales me diste) podría decirte que te quiero... helo ahí. Lo demás es simple plática para pasar el tiempo contigo, para justificar lo que no tenemos necesidad de justificar. Además, no hay que creer en algo para estar definido. Si se trata de definirse, lo que a mí me define es lo que creo en mí, según la clase de filosofía aplicada y flexible que (supongo) debe estarle permitida al nihilismo para hacer juicios y verter opiniones así.
—¿Qué es para ti querer?... ¿es pensar o sentir?... (no me digas que los dos)
—Lo pones fácil: sería "nada". Tiempo e inacción para que el contenedor se vaya expandiendo, y ya tú decides lo que quieras poner en él, "bueno o malo", yo no estoy para suscitar juicios... pero como te dije, desde el instante que me atrajiste, ya estaba todo eso bosquejado. Le toca a tu moral, a tu religión, o a tu filosofía decir si eso está bien, o está mal, o esta paralizado, mientras yo me ocupo en abrazarte como tanto lo deseo, mientras admiro tu gentileza y el silencio cabido en tus palabras. Y nada más y nada menos.
Concluirá...