Todos los conceptos de la acción (o casi todos) poseen por regla o credo una fuerza que se les debe oponer: en ello radica su dirección.
Dije "casi todos" no con la intención de eludir la posible polémica, sino porque esta entrada versa sobre un contra efecto que retro alimentaría un primer efecto. Esto es, a modo de ejemplo, una voz con voto en un jurado la cual se opone al consenso, no por convicción en todos los casos, sino porque de otro modo puede darse un juicio total (imparcial), el cual podría resultar peligroso dada la linealidad de tal figura retórica.
Digamos en un sentido propio... ¿por qué para la mayoría de los adultos se vuelve incierta la acción de decidir-ejecutar? (nótese que he puesto un guión medio entre ambos verbos como si se tratara de una acción conjunta e indivisible, no consecuente)... ¿qué no se supone que la vida es como una escuela que prepara a un individuo para que, con el ocaso de cada día, tenga la capacidad de tomar decisiones con mayor consistencia? Es curioso porque no suele ser el miedo a la consecuencia lo que nutre a tal fuerza opositora, sino un estímulo indefinido que espolea la transición entre el decidir y el hacer, arribando así a un nuevo punto congruente y en concreto, desligado el individuo ya de todas las otras dimensiones de materia y pensamiento encarceladas ahora en el tiempo (queda para otra ocasión hablar de si se llegó a un punto o sólo se trató de un espejismo).
Aunque muchas ideas podrían ampararse bajo esta premisa de la fuerza y una "contra-fuerza" que paradójicamente redundaría en dar mayor movimiento a la primera fuerza, no necesariamente significa que haya que buscar razones para hacer las cosas (ya no diré buenas o malas), sólo he querido hacer notar algunas derivadas de este planteamiento.
Eso me lleva a pensar (por ejemplo) en el riesgo a creer que una vida sedentaria es sinónimo de poco progreso, poca versatilidad y/o adaptabilidad en un individuo para con su sociedad, y por ende creer que hay poco fomento a una verdadera fuerza opositora que retro alimente lo que sea que tal individuo busque dentro de sus pretensiones. Pero como bien dije, no me anima decir que es así. Aún aquellos que se repliegan en el anonimato, en la pasividad, en el nihilismo, siguen encontrando lastres que funcionan como contrapeso a sus intenciones, algo que eventualmente cristaliza en la citada fuerza opositora promotora de la propia fuerza de la acción, y por lo tanto sus objetivos o sus lineas de pensamiento siguen siendo constantes, o al menos con dirección dentro del "campo de su inacción".
La naturaleza humana está llena de precipicios, pero ello (triste o felizmente) podría ser el estímulo de algunos para querer hallar una superficie plana en la cual recostarse y hallar un descanso.
Dije "casi todos" no con la intención de eludir la posible polémica, sino porque esta entrada versa sobre un contra efecto que retro alimentaría un primer efecto. Esto es, a modo de ejemplo, una voz con voto en un jurado la cual se opone al consenso, no por convicción en todos los casos, sino porque de otro modo puede darse un juicio total (imparcial), el cual podría resultar peligroso dada la linealidad de tal figura retórica.
Digamos en un sentido propio... ¿por qué para la mayoría de los adultos se vuelve incierta la acción de decidir-ejecutar? (nótese que he puesto un guión medio entre ambos verbos como si se tratara de una acción conjunta e indivisible, no consecuente)... ¿qué no se supone que la vida es como una escuela que prepara a un individuo para que, con el ocaso de cada día, tenga la capacidad de tomar decisiones con mayor consistencia? Es curioso porque no suele ser el miedo a la consecuencia lo que nutre a tal fuerza opositora, sino un estímulo indefinido que espolea la transición entre el decidir y el hacer, arribando así a un nuevo punto congruente y en concreto, desligado el individuo ya de todas las otras dimensiones de materia y pensamiento encarceladas ahora en el tiempo (queda para otra ocasión hablar de si se llegó a un punto o sólo se trató de un espejismo).
Aunque muchas ideas podrían ampararse bajo esta premisa de la fuerza y una "contra-fuerza" que paradójicamente redundaría en dar mayor movimiento a la primera fuerza, no necesariamente significa que haya que buscar razones para hacer las cosas (ya no diré buenas o malas), sólo he querido hacer notar algunas derivadas de este planteamiento.
Eso me lleva a pensar (por ejemplo) en el riesgo a creer que una vida sedentaria es sinónimo de poco progreso, poca versatilidad y/o adaptabilidad en un individuo para con su sociedad, y por ende creer que hay poco fomento a una verdadera fuerza opositora que retro alimente lo que sea que tal individuo busque dentro de sus pretensiones. Pero como bien dije, no me anima decir que es así. Aún aquellos que se repliegan en el anonimato, en la pasividad, en el nihilismo, siguen encontrando lastres que funcionan como contrapeso a sus intenciones, algo que eventualmente cristaliza en la citada fuerza opositora promotora de la propia fuerza de la acción, y por lo tanto sus objetivos o sus lineas de pensamiento siguen siendo constantes, o al menos con dirección dentro del "campo de su inacción".
La naturaleza humana está llena de precipicios, pero ello (triste o felizmente) podría ser el estímulo de algunos para querer hallar una superficie plana en la cual recostarse y hallar un descanso.
"Certes tu passe comme de l'air dans un monde sans musique,
dépourvu de tes nuances un peu trop spécifiques.
Tu nages en douleur et il est presque temps
de fermer les yeux dans la mort qui t'attend..."
dépourvu de tes nuances un peu trop spécifiques.
Tu nages en douleur et il est presque temps
de fermer les yeux dans la mort qui t'attend..."