¿Es conveniente llevar un diario ahora que internet todo lo recolecta, lo contabiliza y lo suma en cantidades industriales que parece que nada merece la pena ser recontado?...
Ni aún cuando era época de escribir un diario (a falta de una computadora) lo hacíamos, ¿por qué habría de cambiar eso ahora?...
Aunque la respuesta es más que evidente (y desde luego esta entrada, de entrada, busca sublimar el carácter de la letra escrita a mano en relación a lo que se vive en un día normal), se ha llegado a decir que escribir activa algunos sectores del cerebro que no se ponen en práctica cuando, por ejemplo, se plantea una idea a través de un blog. Esa es ya una razón suficiente para tener un diario escrito, o una bitácora, o un cuaderno de notas, de relatos, qué se yo, algo que permita expresión escrita.
El mundo del internet es rico, pero también está lleno de fantasía, de cosas inventadas aunque irrelevantes. El diario parece un mayor compromiso con la verdad, o un quehacer serio en pos de una expresión de mayor autenticidad (así sea que únicamente se trate de una crónica, de algo que pasó sin mayor notoriedad), sumemos a ello que supone una ayuda para tener una mejor ilación de ideas, además de que favorece una mejor ortografía, y (por qué no) que ayuda a conocerse mejor.
Con internet, las fuentes de información a todos los respectos son abundantes, y cuando no lo son tienen que ver (la mayor de las veces) con anécdotas y hechos familiares, que atañen a algunos pocos (vamos a decir, como ejemplo, un grupo de whatsapp donde se comparten fotos y experiencias pasadas). Quizás sensibilizarse con eso, con la forma en cómo nos expresamos de modo legítimo, es cómo en el futuro funcionará internet, recolectando lo que es poco y particular para que sea explotado favorablemente (si tal es el caso).
Antes que hablar pues, de consumo por esas vías, tener un cuaderno de notas es también una forma de vivir y experimentar, conducir cambios, y darle un descanso a la mente. El diario permite equivocarse en cuanto a plasmar ideas, permite así también editar otras, y desde luego corregir (algo que yo hago todo el tiempo). Con el tiempo, parece que escribir ayuda a que las ideas se renueven, que adquieran expresión y perspectiva, y hasta un pulso que podemos controlar en su ritmo, esa es también la parte loable de llevar un cuaderno de notas.
Escribir no debe ser un arte. O sí debe serlo, pero uno al que todos podemos accesar desde el primer instante en que lo ponemos en marcha. Qué importa si se es escritor o no, o se tiene estilo o no se tiene, al final, algunos agradecerán por los instantes que tomamos para expresarnos de modo escrito. Y eso está bien.
Ni aún cuando era época de escribir un diario (a falta de una computadora) lo hacíamos, ¿por qué habría de cambiar eso ahora?...
Aunque la respuesta es más que evidente (y desde luego esta entrada, de entrada, busca sublimar el carácter de la letra escrita a mano en relación a lo que se vive en un día normal), se ha llegado a decir que escribir activa algunos sectores del cerebro que no se ponen en práctica cuando, por ejemplo, se plantea una idea a través de un blog. Esa es ya una razón suficiente para tener un diario escrito, o una bitácora, o un cuaderno de notas, de relatos, qué se yo, algo que permita expresión escrita.
El mundo del internet es rico, pero también está lleno de fantasía, de cosas inventadas aunque irrelevantes. El diario parece un mayor compromiso con la verdad, o un quehacer serio en pos de una expresión de mayor autenticidad (así sea que únicamente se trate de una crónica, de algo que pasó sin mayor notoriedad), sumemos a ello que supone una ayuda para tener una mejor ilación de ideas, además de que favorece una mejor ortografía, y (por qué no) que ayuda a conocerse mejor.
Con internet, las fuentes de información a todos los respectos son abundantes, y cuando no lo son tienen que ver (la mayor de las veces) con anécdotas y hechos familiares, que atañen a algunos pocos (vamos a decir, como ejemplo, un grupo de whatsapp donde se comparten fotos y experiencias pasadas). Quizás sensibilizarse con eso, con la forma en cómo nos expresamos de modo legítimo, es cómo en el futuro funcionará internet, recolectando lo que es poco y particular para que sea explotado favorablemente (si tal es el caso).
Antes que hablar pues, de consumo por esas vías, tener un cuaderno de notas es también una forma de vivir y experimentar, conducir cambios, y darle un descanso a la mente. El diario permite equivocarse en cuanto a plasmar ideas, permite así también editar otras, y desde luego corregir (algo que yo hago todo el tiempo). Con el tiempo, parece que escribir ayuda a que las ideas se renueven, que adquieran expresión y perspectiva, y hasta un pulso que podemos controlar en su ritmo, esa es también la parte loable de llevar un cuaderno de notas.
Escribir no debe ser un arte. O sí debe serlo, pero uno al que todos podemos accesar desde el primer instante en que lo ponemos en marcha. Qué importa si se es escritor o no, o se tiene estilo o no se tiene, al final, algunos agradecerán por los instantes que tomamos para expresarnos de modo escrito. Y eso está bien.